Historia

son alojamientos rurales ubicados muy cerca de la Sierra de Andújar, los cuales nacen a partir de un sueño familiar por revivir la historia, recordar y rendir homenaje a aquellas personas que, aferrándose al trabajo, resistieron para darle vida a una tierra despoblada y baldía.

La creación de las nuevas poblaciones de Sierra Morena, en la que se encuentra enmarcada la aldea «El Altico» se debe a la ilusión de un rey ilustrado, Carlos III, quien hizo florecer la piedra en estos deshabitados e inhóspitos lugares del Reino del Santo Rostro.

Esta peculiar historia comienza en verano de 1767 cuando fue promulgado y firmado el Fuero de Población por el que se fundarán las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y es a D. Pablo de Olavide a quien se le encomienda la responsabilidad de construirlas y recibir a 6.000 artesanos y campesinos de religión católica que fueron reclutados en Alemania por Johann Gaspar Turrigüel que, pagándoles a cada colono 326 reales, se comprometió con la corona a traerlos y darles asentamiento en estas tierras.

La formación de estas colonias se lleva a cabo con la triple intención de proteger el camino real que une Madrid con Sevilla de los salteadores y bandoleros, intentar mejorar las condiciones de vida de los jornaleros creando una sociedad modelo de agricultores y ganaderos y por último darles un uso productivo a estas tierras que hasta el momento no habían sido explotadas ni rentabilizadas.

Los primeros colonos desbrozaron y desmontaron la tierra, construyeron caminos, casas, norias, fábricas y hornos hasta ir transformando el lugar en una región fructífera, habitada por muchos pobladores laboriosos y así surgieron los pueblos, nace «La Peñuela», antigua capital de Las Nuevas Poblaciones (actual Carolina) que debe su nombre a tan magnifico Rey. Guarromán (distante dos leguas de la capital) con sus aldeas, la de Los Ríos, sobre el mismo camino cerca del pueblo El Altico, al norte, la de Los Cuellos hacia el mismo y al sureste Martín Malo y siguen surgiendo más pueblos: Carboneros, Arquillos, Santa Elena, Aldea Quemada y mas aldeas, Aldea Hermosa, La Mesa, Fernandina, Isabela, Montizón, Acebuchal y otras tantas y tantas que juntas componen ese entramado de pueblos y cultura que un día tomaron juntos como madre y patrona a la Inmaculada Concepción.

Carlos III se mostró muy benévolo y, adicionalmente a las 50 fanegas de tierra que se otorgaban a cada colono, éste también recibía una huerta, dos vacas, cinco cabras, un puerco, semillas y los aperos necesarios para la labranza, los colonos también quedaban libres de impuestos por espacio de diez años, todo para hacer factible la formación de un campesinado medio en una región condicionada por el latifundismo. La idea principal del rey era la construcción de una sociedad que pudiera servir de modelo a otras, fomentando la pequeña propiedad heredable, pero no divisible.

Las primeras viviendas estaban hechas de piedra, adobe y argamasa y eran de dos plantas, en la planta baja se ubicaba la cocina que era el lugar principal de la casa así como las cuadras que servían para proporcionar calor a la planta alta donde se encontraban los graneros que también hacían de dormitorios; las ventanas que asomaban a la calle eran muy pequeñas para resguardar a sus moradores del calor y del frío en la medida de lo posible, posteriormente se protegieron con rejas.

ocupan el mismo espacio en esta aldea donde lo hicieran las primeras edificaciones pero por motivos obvios, para proporcionar comodidad no son como las primitivas aunque se ha tratado de conservarlas y restaurarlas lo mejor posible, de ese modo las baldosas de barro, ladrillos, piedras, adobes, ventanas, puertas, tirantas, vigas de madera y tejas se conservan en su mayoría de la época, haciéndose las reposiciones de material necesario con especial esmero. Su fachada actual no se ajusta a la original, eso sí, hemos querido darle un aire de construcción centroeuropea del siglo XVIII para recordar el lugar de origen de las personas que aquí se instalaron.

Estas casas llevan el nombre de antepasados nuestros, personas que habitaron el lugar. Así, tenemos la casa de Pajar de Thürriegel, Felipe Mitelbrun, María Fiscer y Margarita Ripoll, conservando en el interior sus retratos y recuerdos familiares. Enmarcados se hallan documentos que acreditan su historia fuera de las Nuevas Poblaciones: cartas de Olavide, remesas de colonos, medidas agrarias de la época, mobiliario, labores artesanales realizadas por colonas de la cuarta generación…; todo para crear un ambiente que seduzca al huésped y lo introduzca en el misterio y la curiosidad de un tiempo no muy lejano pero quizá algo desconocido. De velar por nuestros sueños se encargará la Inmaculada Concepción que preside las cabeceras de todas las camas.

Nuestros alojamientos son una magnifica oferta cultural y de ocio para conocer y adentrarse en la vida de esos primeros colonos en una época que era muy dura. La trabajosa faena en las labores del campo, el calor extremo, el escorbuto y la viruela, mermaron de una manera desmesurada la población, algunos hasta abandonaron el proyecto, pero los que quedaron supieron marcarnos profundas huellas con su trabajo, perseverancia y tesón.

No quiero pasar por alto la heroica labor de la mujer colona, ocupándose de las tareas de la casa y ayudando al marido, azada en mano, en las faenas del campo, hilando en las largas noches de invierno, defendiendo las puertas de sus colonias y sufriendo la muerte de tantos hijos pequeños.

A las jóvenes empleadas en la fábricas y a las niñas atendiendo al ganado en los pastos y en las dehesas, aunque con las mismas pasiones del hombre sus historias silenciadas o ignoradas son también mosaico de nuestra historia. A pesar de tantas dificultades, se formaron 15 poblados urbanos, 26 pueblos y se construyeron 230 casas de las cuales, y muestra de ello, son estas casas en «El Altico». Ése es el sueño que queremos difundir, porque un día pensamos que aquellas costumbres, formas de vida, materiales y útiles no deben caer en el olvido.

Por ello, a la memoria de nuestros antepasados por los que hoy mantenemos nuestra hacienda proveniente de las primeras suertes de tierra que el rey Carlos III les legó, nuestro recuerdo y agradecimiento.

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